·Daugavpils, Letonia-20 de febrero de 2011-8:14.P.M.

Hacía ya una semana desde el aviso emitido en televisión, en el cual recomendaban a la población rural concentrarse en las principales ciudades del país, para visitar cualquiera de los "centros de control de infecciones" establecidos por toda Europa desde el "Incidente de Novgorod". Justo ese era el propósito del viaje del matrimonio Ciocan.

Boris y Alexandra Ciocan viajaban en su destartalada camioneta desde la granja en la que vivían. Se dirigían a Daugavpils, que estaba a tres kilómetros de la misma. La noche cubría el escenario, pero la silueta de la ciudad brillaba con fuerza.

A tan solo dos kilómetros encontraron un par de coches volcados, que parecían haber sufrido un aparatoso accidente. Detuvieron el vehículo en el arcén de la rústica carretera y bajaron del mismo en busca de algún herido. Fue la primera vez que vieron con sus propios ojos a un "pútrido".

Alexandra dejó escapar un prominente grito que llamó la atención de la criatura. Esta, con un andar torpe, pero rápido; comenzó a acercarse a la pareja.
-¡Alex corre, sube a la camioneta!-Gritó Boris mientras se apresuraba a entrar en la camioneta.
Arrancaron y dejaron atrás a aquel nomuerto para proseguir con su camino aún con el vello erizado.
-¿Qué demonios era eso?
-¡Joder, está claro que era una de esas cosas!
-Boris no puede ser. Aquello ocurrió en Novgorod, si hubiese llegado hasta Letonia, nos habrían avisado,¿no crees?-Alexandra intentaba convencerse a sí misma.
El nerviosismo de Boris incrementaba a cada segundo.-!Pero lo has visto igual que yo!
De pronto Boris frenó en seco y su nerviosismo se convirtió en miedo.
-¿Pero qué coño haces ahora?-La mirada de Alexandra se posó en lo que tanto asustaba Boris-Joder...

Ante la camioneta se podía observar con total claridad Daugavpils. Claridad producida por los diversos incendios que la asolaban.Unas altas y densas columnas de humo se fusionaban con el oscuro firmamento.
 Parecía que todavía había movimiento en la ciudad, pues las luces de los coches en la distancia indicaban que muchos de los habitantes huían hacia la carretera en dirección a Bielorrusia.

Boris pisó lentamente el acelerador sin apartar la mirada del desolador panorama.